El sedentarismo y una mala alimentación, claves a cambiar
Las cifras de obesidad infantil han aumentado en todo el mundo en los últimos años. Se estima que en el año 2010 había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, y cerca de 35 millones viven en países en desarrollo. Se considera ya la obesidad infantil como una epidemia mundial. La promoción de dietas para adelgazar y la actividad física cotidiana son claves esenciales en la lucha contra la epidemia de obesidad infantil.
La obesidad o exceso de grasa corporal se diferencia del sobrepeso, que supone que el peso del niño está en un rango superior al de los niños de su misma edad y estatura y puede deberse no sólo a grasa sino también a músculo o hueso.
La obesidad infantil se produce porque el niño come más de lo que quema. Esto puede agravarse si el niño lleva una vida sedentaria, como, por ejemplo, pasar demasiado tiempo frente a una pantalla, de televisión o de ordenador, o jugar a videojuegos, en lugar de realizar una actividad física saludable.
Asimismo, elegir alimentos poco adecuados, ricos en grasas, azúcares o sal, es un factor importante que incidirá en la obesidad infantil.
Otras circunstancias pueden conducir a un niño o niña a la obesidad. Empezando por el entorno familiar y escolar. Una mala costumbre es recompensar a un niño con un alimento que le guste y que sea rico en grasa. Respecto al entorno escolar, éste puede ser negativo si no se practica ejercicio con la habitualidad requerida.
Y finalmente factores genéticos también pueden estar detrás de la obesidad infantil.
Causas de la obesidad infantil
Las dos claves, que a la vez son la causa, de la obesidad infantil son:
- El sedentarismo, o descenso de la actividad física, debido en muchas ocasiones a la naturaleza de la forma de vida actual, basada en una vida urbana, con pocos espacios destinados al ejercicio del niño y a su esparcimiento.
- La mala alimentación, o incremento de la toma de alimentos hipercalóricos ricos en grasa, azúcar o sal, pero escasos en vitaminas y otros micronutrientes.
Obesidad infantil: su trascendencia en la salud
La obesidad infantil es importante porque conlleva una mayor posibilidad de muerte e incapacidad en la edad adulta. El niño obeso tiene más posibilidades de ser obeso cuando sea adulto y sufrir enfermedades cardiovasculares u otras como la diabetes, artrosis y ciertas clases de cáncer.
Soluciones para la obesidad infantil
Dos puntos a tener en cuenta. La obesidad infantil es prevenible. Y para conseguir esta prevención hay que conservar el equilibrio calórico.
4 pautas fundamentales para la salud nutricional del niño, siguiendo a la Organización Mundial de la Salud:
- Reducir consumo de grasas y cambiar las saturadas por las insaturadas
- Reducir la ingesta de azúcares
- Consumir más frutas, hortalizas, cereales integrales, frutos secos y legumbres
- Practicar ejercicio físico: 60 minutos diarios de intensidad moderada o vigorosa, que se corresponda con la etapa de desarrollo del niño y se componga de diversas actividades.
Además de estas reglas generales, la OMS advierte del deber de implicación de todas las partes involucradas, Gobiernos, organizaciones no gubernamentales, sociedad civil y sector privado, para lograr entornos saludables y condiciones dietéticas más saludables para adolescentes y niños.
Implicación de los padres
Dado que la conducta del niño toma como modelo el comportamiento de los padres, es preciso que los padres practiquen un estilo de vida sano y lo fomenten.
En este apartado, son importantes actuaciones como la lactancia materna, no añadir azúcares a la leche artificial, proveer al niño de los micronutrientes esenciales y respetar la capacidad del niño para regular su propia ingesta de calorías sin obligarle a comer más de lo que debe. Esto para niños pequeños.
Para niños y adolescentes, hacemos las siguientes recomendaciones:
- Desayuno sano antes de ir a la escuela
- Promover la toma de cereales integrales, hortalizas y frutas
- Reducir la ingesta de refrigerios envasados y bebidas azucaradas
- Reducir la influencia de las prácticas mercadotécnicas disminuyendo el tiempo del niño o adolescente dedicado a ver televisión o estar en el ordenador.
- Enseñar a los niños a tener disciplina en la alimentación.
- Facilitar información y aptitudes para que puedan escoger opciones alimentarias apropiadas para la salud.
- Integrar la actividad física como práctica habitual de la familia o aconsejar al niño que vaya caminando a la escuela, buscando tiempo para hacer deporte en grupo o paseos familiares, por ejemplo.
Otro aspecto a tener en cuenta en la implicación de los padres es su consideración sobre si el niño es obeso o no. Los investigadores han descubierto en esta línea que los padres son más propensos a subestimar el peso de su hijo si el niño es hombre, o si son de color negro o del sur de Asia o de entornos desfavorecidos. Estas variaciones en la población deberían ayudar a políticos y gobiernos a una mayor sensibilización y a adoptar programas de concienciación para abordar la obesidad infantil.
La escuela como entorno fundamental
Los niños y adolescentes pasan mucho tiempo en la escuela, de ahí que el papel de los profesores y personal docente sea básico, ya que puede tener una incidencia duradera en la forma de vida del alumno o alumna.
Se trata de educar al niño en valores de dietas equilibradas y visión de la actividad física como conducta sana
Además, los programas escolares de alimentación deben tender a disponer en las escuelas de alimentos saludables y con precios asequibles, por ejemplo, en las máquinas expendedoras
Las clases diarias de educación física también son determinantes o el ofrecimiento de actividades deportivas extra-escolares no competitivas, aparte de la facilidad de acceso de los niños a las instalaciones deportivas escolares.
También citamos como pauta positiva la concienciación en la familia del niño y en los demás miembros de la comunidad. de la realización de actividad deportiva.
Obesidad infantil: Hacia donde se orienta la investigación
Ya que la obesidad infantil es difícil de tratar, la investigación se orienta cada vez más hacia las estrategias preventivas.
Estudios recientes demuestran que factores como la obesidad de la madre, la calidad de su leche y las condiciones socio-económicas en las que nace un bebé también tienen una influencia en la obesidad infantil
Uno de los métodos preventivos es la promoción de la lactancia materna, que contiene todos los nutrientes y la inmunidad para ayudar a un bebé a desarrollarse de manera óptima.
Más de 80 estudios realizados en los últimos 20 años llegaron a la conclusión de que las probabilidades de que un niño que bebió leche materna se vuelva obeso es de 12 a 24 por ciento menos que para los bebedores de leche artificial.
Investigaciones como ésta pueden servir en el futuro para determinar e identificar actividades, comportamientos o consumo de alimentos que son útiles para reducir y luchar contra la epidemia de obesidad infantil mundial.
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