¿Todo lo que comemos es perjudicial?
No se puede hablar propiamente de una dieta anticáncer, pero sabemos que no todo lo que comemos es perjudicial. Por ejemplo, las frutas y las verduras son alimentos sanos que debemos elegir, sin dudar, antes que la bollería, los dulces u otros alimentos ricos en azúcares.
Pero, ¿cómo ha evolucionado la nutrición humana en los últimos años? A un nivel global podría decirse que mal: cada vez consumimos más alimentos procesados y refinados.
Obviamente todo está procesado, pero como alimentos procesados se entienden los que se hacen exclusivamente a partir de sustancias artificiales e ingredientes refinados.
Este tipo de alimentación se compone de azúcar que es un elemento vacío, no aporta nada, no presenta nutrientes esenciales sino calorías vacías.
El azúcar ingerido en exceso no sólo puede causar diabetes, sino además niveles de colesterol malo altos, triglicéridos en aumento y acumulación de grasa en el abdomen e hígado.
Tomar demasiado azúcar está asociado con enfermedades del corazón y con el cáncer
Pero, ¿por qué entonces, si sabemos que el azúcar es malo, consumimos tantos alimentos procesados y refinados? Muy sencillo, porque son gratificantes, son tan gratificantes para el cerebro que se nos hace difícil no caer en la tentación. Los fabricantes de alimentos se esfuerzan en derrotar a su competencia diseñando alimentos procesados cada vez más apetecibles e irresistibles.
Esta sensación gratificante genera una adicción a la comida procesada. El azúcar libera dopamina y activa las mismas áreas del cerebro que drogas como la cocaína.
Como estamos hablando de alimentación, no nombraremos demasiado una sustancia que es cancerígena por excelencia, el tabaco, más que para decir que tiene la misma habilidad, incluso superior, para engancharnos, que los azúcares. Tabaco, azúcar, elementos procesados y elementos refinados tienen que estar fuera de una dieta anti-cáncer.
10 claves de nutrición a tener en cuenta para bajar el riesgo de cáncer
En España tenemos la suerte de contar con la dieta mediterránea y deberíamos seguirla y no desmarcarnos demasiado, evitando caer en la tentación de los azúcares.
En cualquier caso, os aconsejamos las siguientes pautas para llevar una dieta que evite el riesgo de cáncer:
- Comer pocas grasas: Muchas personas en Europa desarrollan cáncer por el sobrepeso. Y el sobrepeso tiene como una de sus causas el consumo excesivo de grasa. La obesidad, según el oncólogo José Lastiri, del Hospital Italiano, lleva a desórdenes metabólicos que se relacionan con hormonas que generan distintos tipos de cáncer, como el de mama, estómago y esófago.
- Reducir drásticamente la ingesta de azúcar. Al estar relacionado con la obesidad, que sí está relacionada con el cáncer, el azúcar puede ser factor cancerígeno. Y realmente, según distintos expertos médicos, funciona como combustible para el proceso de crecimiento de las células cancerígenas.
- No al exceso de carne roja. Recientemente se ha declarado que la carne roja no es saludable y que deberíamos tomar más pescado y ácidos grasos omega 3 y 9
- Evitar cocinar los alimentos a una temperatura alta sobre una llama abierta, como a la parrilla, ya que esto genera hidrocarburos aromáticos que son cancerígenos.
- Consumo ocasional de fiambres y ahumados, por su contenido en nitritos y nitratos, los cuáles son nocivos y nos hacen engordar
- Alcohol en absoluto. Cuando el alcohol se metaboliza en el cuerpo se expone a agentes químicos, motivo por el que los científicos creen que el alcohol incrementa el riesgo de cáncer bucal, laringe, esófago, pecho, mama, colón e hígado.
- Frutas y verduras. Hemos comenzado el post hablando de las bondades de las frutas y verduras, que se consideran una de las principales estrategias nutricionales para reducir el riesgo de cáncer.
Los radicales libres atacan los cromosomas y cuando esto sucede, las células pueden empezar a crecer y multiplicarse sin control. Este es el inicio del cáncer. Precisamente para combatir esos radicales libres las plantas cuentan con antioxidantes. Son bien conocidos el beta-caroteno de la zanahoria y el licopeno del tomate, por ejemplo. - Fibras. Disminuyen las posibilidades de cáncer colorrectal, ya que la fibra hace que los desechos, que muchas veces tienen sustancias cancerígenas, estén menos tiempo viajando por el colón
- Tomar lácteos pero descremados, para evitar añadir grasas a la dieta y porque contienen calcio y vitamina D muy útiles para evitar el cáncer colorrectal
- Llevar en general una dieta variada en la que consumamos de todo un poco y sin excedernos en nada. Tenemos el mejor modelo en España. La dieta mediterránea, objeto de alabanzas desde todas partes del mundo. Y de la que hemos hablado en numerosas ocasiones. En la dieta sí que nos interesa ser muy mediterráneos.