¿Eres una de esas personas que llega a casa y hace la comida con lo que encuentra en la nevera y los armarios de la cocina? Esa capacidad de improvisación de la que te sientes tan orgullosa puede ser, además, saludable si sigues unas reglas y mezclas alimentos compatibles.
Sí, alimentos compatibles, porque como las personas, no todos se llevan bien con todos, y pueden hacer que no te sientas bien. Metáforas aparte, lo cierto es que según que mezclas, pueden provocar malestar, hinchazón o fermentaciones. Aunque estas incompatibilidades no están demostradas de forma científica, la observación de nuestro cuerpo después de comer, nos habrá llevado muchas veces a conclusiones parecidas.
Es obvio, pero lo primero que podemos hacer es eliminar de la dieta aquello que no nos sienta bien por si solo. Las intolerancias son individuales en las personas sanas pero no para las personas con alguna condición física específica. Por ejemplo a quienes tienen problemas de hígado les desaconsejaríamos comer mantequilla o alimentos muy grasos. En estos casos, lo mejor es consultar con una persona experta en nutrición.
Como regla general, cuanto más sencillas sean las mezclas y preparaciones, mejor sentará a nuestro organismo, pero te damos unas pistas que harán mejor esa improvisación:
- Las hortalizas con fécula, como las patatas o los boniatos, no se llevan bien con los cereales. Sin embargo, sí podemos mezclar cereales entre sí.
- Las patatas tampoco casan con el limón, los tomates o las frutas ácidas en general. Ya sabes, si te parece deliciosa la ensalada de patata con tomate, no la comas todos los días.
- Evita mezclar los frutos secos con los hidratos de carbono, pero hazlo con los cereales o las verduras de cualquier tipo.
- El lugar que ocupa la fruta en nuestra comida siempre está en cuestión, pero una pera o una manzana no te sentará mal.
No nos alimenta lo que comemos, sino lo que digerimos, pero comer comemos todos los días, así que si un día tomas un pastel con frutos secos y miel, disfrútalo! El ritmo la fortaleza del estómago es diferente en cada persona y muchas son las afortunadas sin complicaciones gástricas. No obstante la dieta disociada nos ofrece una pautas para mezclar con argumentos.
También es importante observar nuestra forma de comer; si lo hacemos despacio, masticando bien y en pequeñas cantidades, casi cualquier tipo de combinación nos sentará bien.
Además, estas dificultades en la digestión tienen también depende del contexto en el que se vive; las personas Chinas no suelen tolerar los lácteos porque no están presentes en su dieta, al igual que en la nuestra no lo está el picante y por eso puede resultar muy fuerte para nuestro estómago.
Michel Montignac, un revolucionario que nos ayudó a dejar de contar calorías.
El francés Michel Montignac llevó su teoría de la incompatibilidad de los alimentos a un método de adelgazamiento que lleva su propio nombre, el famoso método Montignac.
En 1986 este ejecutivo de la industria farmacéutica publicó su primer libro “Adelgazar en comidas de negocios”. Fue tal su éxito que se animó a continuar las investigaciones que había comenzado en los años 70. Montignac fue el primero en tener en cuenta el índice glucémico de los alimentos y, más que una reducción ene l consumo de calorías, lo que proponía era un método.
El método Montignac no es una dieta, es casi un estilo de vida, “un modo alimenticio equilibrado y no restrictivo cuantitativamente”.
Si seguimos sus preceptos, deberíamos elegir alimentos de tres categorías: glúcidos, lípidos y proteínas, y dentro de cada una, unos alimentos determinados. Lo que tenemos en cuenta son las características físico-químicas de cada alimento y su capacidad para generar reacciones que nos puedan llevar al aumento de peso, a padecer diabetes o a un riesgo vascular.
Confiemos o no el método Montignac, lo que nos propone es liberador, dejar de contar calorías! ¿no es un buen plan?