Cuando una persona piensa en ponerse a dieta, uno de sus mayores frenos es creer que va a haber un montón de alimentos que no va a poder consumir. Pero, ya lo hemos dicho muchas veces, comenzar un régimen no tiene por qué ser sinónimo de una alimentación aburrida, sin sabor o que implique renunciar a todo lo que nos gusta. Y los frutos secos son un ejemplo de esto.
Porque son muchos quienes asocian “frutos secos” a alimentos calóricos y, por tanto, prohibidos. Pero no es, para nada, así. Es cierto que contienen un alto aporte energético, pero también están llenos de nutrientes que son beneficiosos para nuestra dieta y para nuestra salud. Por ejemplo, las avellanas, cacahuetes y pistachos contienen grasas insaturadas, que son necesarias para una buena alimentación y que nos ayudan a alcanzar unos niveles óptimos del llamado “colesterol bueno”.
Por tanto, la gran pregunta es: ¿puedo comer frutos secos si estoy a dieta? Y la (gran) respuesta es: sí, puedes y debes. Porque, con su aporte de energía, te darán una sensación de saciedad que hará que calmes el hambre entre horas y que evites la tentación de picar aquello que arruina tu dieta y tu esfuerzo.
También –y esto te va a gustar- te ayudan a perder peso. ¿Por qué? Por un lado, porque son alimentos que absorben grasas. Y por otro, porque ayudan a aumentar la termogénesis o el gasto energético basal, ese que hace que consumas energía cuando estás en reposo. Y además (y no menos importante) ayudan a dar un plus de sabor a nuestros platos, lo que nos anima a preparar recetas saludables y a disminuir el índice de abandono de las dietas.
Saludables para todos
Pero el consumo de frutos secos no es solamente recomendable para quienes están a régimen, sino que estos productos deben ser un ingrediente habitual de nuestra alimentación diaria.
Son muy ricos en omega 3, lo que ayuda a mejorar los niveles de colesterol (del “malo”, en este caso), disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, según indica este estudio de la Universidad Complutense de Madrid, son una potente fuente de potasio, vitamina E y hierro y tienen un alto potencial antioxidante, lo que previene el envejecimiento.
Si, a estas alturas, ya te has convencido de la necesidad de incluirlos en tu dieta, te plantearás qué cantidad de frutos secos debes ingerir y cómo. Pues bien, según apuntan fuentes como el estudio anteriormente mencionado, la cantidad idónea ronda los 25 gramos diarios. Es decir, un puñadito para cada día.
Desayuno y merienda ideal
¿Cuándo comerlos? Estrictamente hablando, el cuándo es irrelevante, pero es cierto que tomar solamente un puñado como picoteo no será la mejor idea: lo más probable es que comas más de lo que debes. Por eso, mezclarlos con un yogur para el desayuno o la merienda, añadirlos a platos como ensaladas, arroces o pastas o tomarlos junto a una pieza de fruta en el almuerzo son las mejores opciones.
¿Quieres innovar? Mézclalos entonces con los postres de Nutridelia, el centro de adelgazamiento en Zaragoza donde también puedes comprar productos ideales para tu dieta. Pruébalos con un yogur de frutos rojos o con un helado de fresa. Ahora más que nunca, ¿quién dijo que no podíamos comer cosas ricas en un régimen?
Eso sí, hay que aclarar que la mejor firma de consumir los frutos secos es la más natural: en crudo. Olvídate de comerlos fritos, con sal y, a poder ser, tostados. Sácalos de la cáscara… ¡y al plato!
¿Hay algunos más recomendables que otros? Lo cierto es que las propiedades son similares en todos ellos, pero en algunos destacan más unos beneficios que otros. Las nueces son muy ricas en omega 3, las almendras en vitamine E, los pistachos en componentes antioxidantes y las avellanas en ácido fólico. Y tú, ¿con cuál te quedas?