Sabemos que el consumo de azúcar nos hace ganar peso y que, además, está detrás de numerosas enfermedades pero ¿por qué nos cuesta tanto dejarlo? Aunque no hay estudios que demuestren lo adictivo que es, lo cierto es que muchas personas sienten una necesidad súbita de comer azúcar y “atacan” aquellos alimentos que nos proporcionan altas dosis de esta sustancia.
Una explicación a la adicción al azúcar es que eleva la serotonina y nos sacia rápidamente. Por otra parte, se asocia la ansiedad a la hipoglucemia; cuando el páncreas produce un exceso de insulina y se reduce de forma brusca la glucosa en sangre después de hacer la digestión. Esto sucede sobre todo cuando seguimos una dieta alta en hidratos de carbono de absorción rápida (azúcar, harinas refinadas, cereales…). Uno de los síntomas de la bajada de azúcar, o hipoglucemia reactiva, es el impulso por ingerir alimentos dulces, aunque tiene otros:
- Palidez
- Temblores y sudoración
- Hambre
- Agitación y dificultad en la concentración
- Visión borrosa
- Irritabilidad y cambios de conducta
Los expertos recomiendan realizar cinco comidas al día y seguir una dieta con ingesta suficiente de hidratos de carbono, incluso en la cena; aunque al día siguiente desayunemos bien, el riesgo de sufrir hipoglucemia se eleva.
¿Qué consecuencias tiene el consumo de azúcar?
El azúcar está presente en muchas ingestas diarias y, a veces, lo tomamos incluso sin darnos cuenta. De todos, el refinado de mesa, el que añadimos para endulzar nuestros cafés, es el más perjudicial de todos para nuestra salud. Por otra parte, el que contiene la fruta, es considerado como el “más saludable”, ya que tarda más en ser absorbido y nos da más energía.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que el consumo de azúcares libres (los azúcares añadidos y los presentes en la miel o los zumos de fruta) no supere el 10% del consumo total de calorías al día, y añaden que, si este consumo está por debajo del 5%, los beneficios para la salud serán numerosos.
En el año 2014, uno de cada tres adultos de todo el mundo tenía sobrepeso, y 42 millones de niños padecían obesidad o sobrepeso en el año 2014. Esta es una epidemia que preocupa a las organizaciones internacionales.
¿Por qué engorda el azúcar?
En el día a día, asociamos el consumo de azúcar a subir peso. El azúcar contiene sacarosa y fructosa. La primera también la produce nuestro organismo, pero la segunda se encuentra sólo en los alimentos. El aumento de peso se produce cuando consumimos alimentos que contienen fructosa en exceso, como las bebidas azucaradas o las comidas preparadas.
Nuestro organismo puede admitir una cantidad limitada de azúcar y, si nos pasamos, se convierte en grasa y en triglicéridos (las moléculas que aumentan el riesgo cardiovascular).
Por otra parte, el azúcar es un inmunosupresor. Como afirma el dr. Mariano Bueno en su publicación sobre enfermedades reumáticas, “el azúcar estimula el páncreas para que produzca una cantidad anormalmente grande de insulina que es la hormona necesaria para descomponerlo. este insulina se queda en la sangre durante bastante tiempo después, y uno de sus efectos secundarios es suprimir la hormona del crecimiento en la glándula pituitaria. La hormona del crecimiento es un gran regulador del sistema inmunitario, de modo que cualquier persona que consuma mucho azúcar a diario experimentará la constante deficiencia inmunitaria”.
A veces, es difícil resistirse a las ingestas azucaradas. También lo es llevar un control exhaustivo del azúcar que consumimos. Por eso, es importante intentar evitar los productos que, de partida, sabemos que tienen un elevado nivel. Solo así conseguiremos limitar la ingesta diaria y evitar engordar. Una alimentación consciente nos ayudará a vivir mejor y a mantenernos en un peso saludable.